Saturday, March 17, 2007

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Han pasado cinco años desde que un tribunal islámico de Nigeria absolvió a AMINA LAWAL de morir lapidada por cometer adulterio.

En 2002 la policía islámica la detuvo con su bebe en brazos. Ella admitió que la criatura era fruto de una relación después de su divorcio, pero el padre lo negó y escapo del castigo. Amina se quedó sin novio y condenada a muerte.

“Fue voluntad de Alá”, dice, y atribuye al mismo dios que la condenó, la absolución de los jueces en 2003, tras fuertes presiones internacionales. Una campaña emprendida por varias organizaciones pro Derechos Humanos de todo el mundo impidió que se ejecutase la ley islámica “La Sharia es la ley suprema, a mí Europa me salvó, pero hay que respetarla” declaró Amina en una entrevista.

La voluntad de Alá es la que la ha traído también a España invitada al encuentro de mujeres africanas, que se acaba de celebrar en Madrid, para oír lo que tantas mujeres tenían que decir y para darse cuenta de que esos mensajes no han llegado hasta la humilde aldea de casas de adobe y techos de paja, Kurami, donde vive con sus hijas, bajo la mirada atenta de su primo Anwal, que según la costumbre islámica, la sigue a todas partes cada vez que sale de casa, aunque sea para recorrer sólo unos metros.

Es la primera vez que viaja en avión, la primera vez que come dos platos y postre en una mesa junto a una ministra.

Hace tres meses, a través de la Embajada de España en Nigeria, Amina recibió una carta en ingles de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. Su primo Anwal se la tradujo al hausa, la lengua que hablan los integrantes de esa tribu, mayoritaria en el norte del país. Estudiaron la oferta, vieron que iban a ser bien atendidos y decidieron aceptarla.

Desde que llegaron Amina y su primo han pasado varias horas escuchando reivindicaciones sobre los derechos de las mujeres, sobre la igualdad y sobre los malos tratos, jamás habían oído hablar de esos temas. Ella es también una mujer africana, no más auténtica que las que han hablado en la tarima, pero sí más representativa de la realidad de las mujeres en países como Nigeria.

De todos los mensajes que ha escuchado estos días, los relativos a la sanidad y a la educación de las mujeres son los que más le han llegado. No mucho más. Es Anwal el que se ha quedado más noqueado. Ha oído muchas veces a Anima y a otras mujeres soltar la perorata de que Alá desea que todas las mujeres cuiden de los hombres que velan por ellas- “pero todas las cosas que se han dicho aquí yo no lo sabia, no tenia ni idea de que algunas mujeres piden llegar al poder para poder dirigir un país”, concluye Anwal.

Lo que ahora desea Amina es “regresar sana a mi pueblo y tener una tienda donde vender arroz y tomates, y con lo que gane poder estudiar para no avergonzarme nunca mas de mi misma”.