El Castillo de San Jorge estaba edificado sobre los restos de una antigua fortaleza árabe, contaba con 26 cárceles secretas, las cuales eran calificadas por el mismísimo Santo Oficio en el siglo XVII como “antros de horror, hediondez y soledad”. Dentro del castillo se encontraba también la Iglesias de San Jorge, primitiva parroquia de Triana.
Sevilla tiene el “honor” de ser la cuna del Santo Oficio, ya que se instala en ella a principio de 1480, por los dominicos Fray Miguel de Morillo y Fray Juan de San Martín, instalándose, en primer lugar en el convento de San Pablo (hoy iglesia de la Magdalena) pasando, posteriormente al Castillo de San Jorge en Triana, donde permaneció desde 1481 al 1785. La primera actuación del Tribunal de la Inquisición se produce el 2 de Enero de 1482. Según palabras de la Doctora Victoria González “…. Sevilla se despertaba admirando la grácil silueta de la Giralda y se adormecía al atardecer contemplando atemorizada, tras sus murallas los lúgubres reflejos en el río de los torreones del Castillo de San Jorge, casa y cárcel de la Inquisición, que se levantaba amenazante en la orilla de Triana.



Sin embargo, como los Reyes Católicos no estaban en muy buena relaciones con la jerarquía eclesiástica y pretendían imponer la autoridad real sobre la autoridad espiritual de los obispos y prelados, cometieron un funesto error. Pidieron y obtuvieron del Papa el privilegio de que el Tribunal de la Inquisición fuera totalmente independiente de la jurisdicción episcopal. Esto significaba, nada menos, que crear una iglesia dentro de la iglesia. Los inquisidores, sin tener que depender de los prelados, eran una autoridad sin freno, puesto que como al mismo tiempo su misión era de tipo religioso, tan poco obedecían a las autoridades civiles de la nación. Así por el error de los Reyes Católicos, vino a encontrarse España con el sorprendente hecho de un tribunal que estaba fuera de la jurisdicción real porque era religioso, pero que

Es bien sabido que cuando alguien obedece a su propia autoridad, sin tener que dar explicaciones a nadie, y sin ningún organismo ante el que responder públicamente, suele caer en el pecado de abusar de la autoridad. Esto fue lo que ocurrió con la inquisición. Y si en algún momento la jerarquía eclesiástica quiso irle a la mano, la Inquisición, usando de sus privilegios, consiguió aniquilarle.

En el año 2000 Juan Pablo II, pide perdón en nombre de la Iglesia Católica, al mundo por la intolerancia y por la violencia causada contra los disidentes, por el desprecio hacia los judíos, los pecados contra el amor, la paz los derechos de los pueblos y los cometidos contra la mujer, los pobres y los marginados.
Esta primavera comenzara la adecuación de los restos arqueológicos del Castillo de San Jorge, con un proyecto de musealización de dicha sede que, tras su remodelación ejercerá una labor totalmente opuesta a la que tuvo cuando se constituyo. Así, de castigar a herejes, este espacio pasara a convertirse en un lugar para la reflexión sobre el abuso de poder, la intolerancia y la indefensión.